martes, agosto 30, 2016

Misal de la Virgen María, AD 2016

Hace unos meses tuve una idea que os participé en el blog: Todos los días celebro misa. ¿Y si tuviera un gran misal, como los misales medievales, con márgenes grandes donde pudiera escribir jaculatorias, pensamientos píos, ideas que me ayuden a celebrar con más devoción.

Es decir, tener un misal que fuera propio, cada vez más personal por las anotaciones, por ver en él el paso de los años. Un misal que me acompañara durante mi vida. Las partes que cambian las rezaría del misal normal. Las partes fijas como los cuatro cánones las rezaría de ese misal más noble.


¡Finalmente ya tengo ese misal! En cada página de dos de los cuatro cánones hay una referencia a la Virgen María. De María nunquam satis, de María nunca bastante. Por eso lo he decidido llamar Misal de la Virgen María. 

Además, será útil para los sacerdotes ancianos con problemas de visión. Lo he escaneado, de manera que si algún sacerdote lo desea adquirir, me puede contactar a fort939@gmail.com. Ojalá que todo lo que está sobre el altar fuera de una nobleza suprema.

En la segunda de las fotos, podéis ver las páginas de la consagración. En la primera foto, se ve en la página de la derecha la doxología con la que acaba el canon. En otras fotos, podéis ver que el color predominante de las páginas del misal es el azul, el color de la Virgen María. 

Estoy muy contento, porque este misal me va a recordar cada día la sacralidad de la santa misa.







domingo, agosto 21, 2016

Se me ha llenado el blog de numerarios y supernumerarios


Me preguntaba hoy una médica vasca qué razón tengo para tener tan buena opinión del Opus Dei. Querida amiga, te voy a contestar con total sinceridad.

Una razón muy menor, pero muy menor, es lo bien que me caen los sacerdotes de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz de mi diócesis; con tres soberbias excepciones.

La segunda razón es que la Obra ha sabido mantener un magnífico equilibrio entre el tradicionalismo de algunos grupúsculos y el laxismo tan imperante en los años 70 y 80. Ha mantenido una total fidelidad al Magisterio, pero sin los rigorismos que he visto en otros lugares. La vida que propone a laicos y sacerdotes, siendo exigente, no resulta opresiva. Gira toda ella en torno a un plan de vida de medidas perfectas.

Alguien podrá pensar que esto es muy sencillo de conseguir. En teoría sí, pero cuando tu institución se hace colosal en cuanto al tamaño e influencia, es fácil caer en mesianismos personales. El Opus, a estas alturas ya somos amigos y podemos abreviar, ha sabido evitar el caer en la adicción a las revelaciones privadas a las que tan aficionados son otros.

Después, eso es necesario reconocerlo, los del Opus son los mejores directores espirituales. Y no sólo eso, cuentan con todo un microcosmos de círculos, meditaciones, retiros y convivencias que apuntalan, refuerzan y consolidan cualquier conversión, cualquier deseo de ir más allá de una mera vida en gracia de Dios.

Eso puede parecer muy fácil de conseguir, pero no lo es. Reconozco que, por más que lo he intentado, nunca le he tenido devoción a San Josemaría. Y eso que no tengo la menor duda de su gran santidad. Algunos miembros sacerdotales de la Obra han tenido actuaciones bastante feas hacia mi persona. Pero siempre he distinguido entre la institución y las personas. Hacer esa distinción es una cuestión de mera justicia.


Post Data: Como recibo muchos comentarios acerca de cuál es mi opinión sobre el Camino Neocatecumenal, recuerdo que ya la he dado muchas veces. En este blog he hablado más del Camino que del Opus. Mi opinión del Camino es positiva y favorable, siempre lo defiendo. Pero mientras no sustituyais las canciones de Kiko por gregoriano o motetes de Tomás Luís de Vitoria, no os hagáis ninguna ilusión de que me haga supernumerario del Camino. 

Opus Dei: otro post, otro más

En un giro forteniano respecto a los últimos posts, voy ahora a ofrecer varias razones a favor de que el Opus Dei sea una prelatura y que su superior goce de la ordenación episcopal.

La primera razón es que si un obispo de una diócesis normal tiene unos 150 sacerdotes, no parece que sea desacertado que el que dirige a 1500 sacerdotes sea un sucesor de los Apóstoles. Podría, sí, ser un primus inter pares, un presbítero, el que lo hiciese. Pero una cierta razón de proporción parece aconsejar la episcopalidad de alguien que tiene un número tan notable de sacerdotes bajo su jurisdicción.

La segunda razón es que la no episcopalidad del superior de cualquier asociación no asegura para nada la ausencia de divergencia de orientaciones entre el pastor de una diócesis (el obispo) y el pastor de una asociación (el superior). Exactamente los mismos problemas pueden darse con o sin ese sacramento ornando la cabeza de un superior.

Con lo cual, frente a las razones que previamente he dado en precedentes artículos, yo mismo reconozco que existe una razón positiva de proporcionalidad y otra, digamos, negativa: no se resolvería ningún problema o peligro con la no-episcopalidad.

Esto que digo no es una contradicción de mis anteriores artículos. Ya he dicho que éste es un tema muy interesante, eclesiológicamente hablando, y lejos de mí pensar que yo tengo razón y los demás no. Hay una tercera razón a favor, y muy profunda, pero requeriría de un post entero para ella. Pero tengo mis dudas si no he abusado un poco de mis lectores con un tema demasiado teórico que quizá aburre a una parte de mis lectores. Porque no nos olvidemos que no todos mis lectores son canónigos, frailes ociosos y curas de mal vivir. Aunque parezca sorprendente también tengo lectores laicos. A veces también debo pensar en ellos.


Aunque me sorprende la afición a asuntos muy eclesiásticos que tienen mis lectores anticlericales y los comunistas. Les debe atraer la física de los polos opuestos. Mañana veré a ver qué hago. Ya se sabe que a este blog sólo lo gobierna el capricho.

Ah, una broma, insisto en que es una broma. Si hubiera sido Papa, hubiera ordenado que todos los miembros del Opus Dei se casaran con neocatecumenales para crear un híbrido, porque los híbridos siempre son más resistentes a las enfermedades. Aunque, a decir verdad, tampoco tengo muy claro que hubiera salido. ¿Tal vez la Obra del Camino?

viernes, agosto 19, 2016

Más sobre el Opus Dei


Sin duda, algún sacerdote de la prelatura del Opus Dei, al leer mis pasados posts, habrá pensado que lo que se diga en un blog no tiene mucha importancia. Que lo que realmente importa es lo que se dice en un artículo de una revista de teología o en un libro.

Como sé que alguno que otro piensa así, a la vieja usanza, me gustaría decirle que ayer en el blog entraron 6.288 personas. Por si alguien se pregunta si ése es el número normal de entradas, diré que las páginas de este blog leídas en los últimos 30 días son 140.190. Téngase en cuenta que hace años una edición normal de un libro era de 2000 ejemplares. Y ahora muchas son de menos de mil. Este humilde blog, ya tiene, para empezar, 1700 subscriptores fijos.

Digo esto, porque, honestamente, me gustaría que me hicieran un poco la pelota. No pocas veces, se invita a un cardenal a dar una conferencia a la que asisten cien personas, le invitan a cenar, le enseñan la ciudad y le pagan el viaje. Mientras que al pobre escritor al que le leen mensualmente, como media más de 140.000 personas le desprecian cuando pide una cita para pedir consejo sobre algún asunto. No diré nombres, pero no hablo por hablar: el pecado... no el pecador.

Digo esto no por regodearme (aunque también un poco), sino porque todavía se sigue pensando que un artículo en un blog es poco menos que un divertimento, y que lo que realmente influye e importa son los medios en papel: en papel y tinta.

Para bien o para mal, estos articulos rebotarán en las mentes de los lectores durante meses. Me quedo con la tranquilidad de conciencia de que sé que me puedo equivocar, pero son asuntos sobre los que he estado reflexionando durante años, aunque sólo ahora me haya animado a escribir. Intento escribir con una continua sensación de que debo ser muy responsable, de que no puedo hablar al tuntún. No puedo hacerlo cuando cada artículo equivale a cuatro o cinco ediciones de un libro de teología. Puedo equivocarme, pero no escribo lo primero que se me ocurre.

Hoy iba a argumentar justo en sentido contrario al de los días pasados. Es decir, me gustaría valorar las razones contrarias a lo que he dicho hasta ahora: razones a favor de la existencia de la prelatura y de que su superior sea un obispo. Sea dicho de paso, no voy a repetir las razones que se esgrimen en la Universidad de Navarra o en la Santa Croce. Van a ser otras razones que me convencen más.

Eso sí, nunca me gusta cansar a mis lectores. Así que tendréis que esperar a mañana. Una última cosa, he tenido mis traspiés con un cierto número de sacerdotes del Opus Dei. Pero siempre he distinguido entre las personas y la institución. Sé valorar muy bien lo que son actuaciones desafortunadas de las personas, frente a todo el bien que hace la prelatura. Lo que he visto me ha llevado a afirmar con toda claridad que considero que es, tal vez, la institución que más bien hace a la Iglesia.

Incluso diré, si me permitís una broma, que no conozco una prelatura personal más buena que ésta.

Además, no creo que sea verdad todo lo que se dice en El Código da Vinci. Por lo menos, no creo que el albino sea un albino auténtico.

Post Data: Sí, lo reconozco, he puesto la foto más rara que he encontrado del Fundador del Opus Dei. ¿Qué hay dentro del bote? ¿¿Una rana??

jueves, agosto 18, 2016

Las prelaturas personales, más cuestiones, más reflexiones


Estos días, en los corrillos romanos, se ha comentado la posibilidad de que monseñor Fellay acepte que la FSSPX se integre en la Iglesia como una prelatura personal. En mi opinión, si esa fraternidad se incorpora a la Iglesia, la institución canónica que mejor se adapta a esa realidad es la del ordinariato personal.

Si la fraternidad se convirtiese en una prelatura, como algunos han dicho, eso afectaría negativamente a la imagen del Opus Dei. Pues inevitablemente lo que se estaría trasladando a la gente común es la idea de que las prelaturas son instituciones-refugio para realidades eclesiales problemáticas. No es así. Pero difícilmente se evitará esa sensación.

Pero mi opinión es que el Opus Dei puede respirar tranquilo, la fraternidad será un ordinariato personal, pues es el molde jurídico que mejor se adapta a lo que ya son ahora.

Ahora bien, prosiguiendo con el artículo de ayer, ¿por qué los neocatecumenales no son una prelatura?, ¿por qué no lo son los Heraldos del Evangelio? Podríamos citar más ejemplos. ¿Es el tamaño el criterio? Todos dirán que no. Pero no veo qué es lo que diferencia a los Heraldos o a los Legionarios de Cristo respecto al Opus Dei para no ser una prelatura: tienen laicos casados, laicos consagrados, clero y un superior para todo el mundo.

Quiero dejar claro, una vez más, que considero al Opus Dei una de las instituciones que más bien ha hecho y hace a la Iglesia. Pero su peculiaridad en el ordenamiento jurídico de la Iglesia parece fruto únicamente de una decisión personal, más que un acto que refleje el ser de las cosas.

¿Sería bueno que el Camino Neocatecumenal fuera una prelatura personal? Sí, sería bueno si queremos escoger el camino más corto (la recta) entre la situación actual y el perfecto desastre. Ciertamente sería el camino más rápido en dirección hacia un barranco. Si en la Iglesia los superiores de cada realidad asociativa dotada de clero gozasen de una autoridad episcopal y fuesen ordenados como obispos, el resultado final sería una sinfonía de instrumentos desafinados.

A los grandes amantes del Derecho, no se les ha pasado por alto a lo largo de la Historia, la magistral estructura jurídica de la Iglesia Católica. Cualquier desviación de los pilares maestros del edificio conllevaría una peligrosa inclinación del edificio.

Precisamente, lo peculiar del obispo es ser pastor de todos, no de un grupo inserto dentro del rebaño. Si desplazamos el peso de la masa en el edificio, después necesitaremos contrafuertes. El edificio se mantendrá en pie, pero ya no tendrá la primigenia estructura simple y sencilla. En este caso, los contrafuertes serían las intervenciones directas de la Curia Romana y la posterior aparición de legislación delimitadora. La multiplicación de prelaturas implica la colocación de grandes pesos entre los pilares maestros.


Hasta ahora todo ha funcionado bien, porque el Opus Dei es una institución ejemplar formada por miembros ejemplares. Si las carmelitas descalzas juegan al parchís, todo será una armonía celestial, aunque las reglas del juego sean poco claras. Pero, como legislador civil o canónico, yo preferiría legislar para truhanes y conspiradores. 

Reflexiones eclesiológicas acerca de la naturaleza prelaticia del Opus Dei


Debo a mis lectores un post sobre la cuestión del estatuto jurídico del Opus Dei y el Camino Neocatecumenal. Una serie de razones ajenas al post me ha retrasado de hacerlo. Pero hoy diré algunas cosas escritas a vuelapluma a causa del post mío escrito ayer.

Los sacerdotes del Opus Dei siempre han afirmado abiertamente que sería bueno que hubiera más prelaturas personales en la Iglesia para que quedara claro que el status jurídico del Opus Dei no era una excepción. Pero eso plantea problemas no pequeños.

Primer problema: La misma razón de ser de una prelatura personal no es un asunto eclesiológicamente pacífico. ¿Realmente conviene que exista una realidad canónica a medio camino entre la diócesis y la asociación? Qué duda cabe que el mero hecho de la existencia de una prelatura plantea una cierta rivalidad eclesiológica con la figura de la diócesis. Qué duda cabe que la figura del prelado cabeza de una prelatura oscurece algo el hecho totalmente único del obispo como cabeza de una iglesia particular.

¿Hubiera admitido un san Agustín como lo más natural del mundo a un prelado viviendo en su misma ciudad, con su grupo de fieles adscritos a esa realidad? En la época de san Agustín, no hubiera habido problema en admitir bajo el obispo la existencia de abades, priores, personas que dirigieran grupos de oración o de lectura de las Escrituras. Pero la existencia de un prelado con sus propios fieles que configuran, en la práctica, una diócesis paralela plantea problemas de arquitectura eclesiológica.

No es lo mismo una orden religiosa con una orden tercera de laicos casados, que una prelatura que se configura de forma perfecta como iglesia particular, aunque para evitar la paradoja se le cambie la palabra: diócesis por prelatura. He visto como algunos sacerdotes se aferraban a la palabra, pero es una mera prestidigitación de palabras. La res es la misma con diferencias verdaderamente superficiales.

Claro que no me echo las manos a la cabeza, como si esto fuera inadmisible. De ningún modo. Aquí se habla de la conveniencia, nada más. El que exista una asociación de fieles con clero propio, regida por un superior-presbítero, tampoco supone una fractura de la autoridad episcopal en la diócesis. Pero si el superior de una asociación de ese tipo es obispo, la figura, autoridad y peculiaridad del obispo del lugar queda, sin ninguna duda, oscurecida. La peculiaridad episcopal ya no brilla como un único pastor.

Segundo problema. El primer problema tiene que ver con la naturaleza misa de la existencia de las prelaturas. Pero el segundo problema tiene que ver con el número. Cuando una realidad es buena, no hay ningún problema en que su número se multiplique. No hay problema en que se multiplique el número de monasterios o el número de asociaciones de fieles.

Ahora bien, ¿nos podemos imaginar una ciudad de 50 000 habitantes en la que hubiera diez prelaturas cada una con su obispo-prelado? Evidentemente, no. Y esto nos da una luz poderosa respecto al primer problema. Cuando una realidad está perfectamente encajada eclesiológicamente, no hay problema en su multiplicación. Cuando la multiplicación de una realidad es el problema, es que debajo hay una cuestión eclesiológica no resuelta.

¿Podemos imaginarnos a la Iglesia universal con cien o doscientas prelaturas personales con sus obispos? Por supuesto que sí, pero multiplicando por cien o doscientas veces las tensiones eclesiales internas relativas a la autoridad.

¿Con estas líneas estoy abogando por el cambio canónico del status del Opus Dei? Bueno, solo reflexiono en voz alta acerca de esta cuestión. Yo acepto sin ningún problema la situación actual, pero me pregunto si es la más adecuada. Siempre me ha llamado la atención el porqué de una insistencia tan vehemente de la Obra en lograr el status actual. Es algo que siempre me produjo perplejidad. ¿Por qué el Opus Dei buscaba una situación canónica totalmente sui generis? Alegando a continuación que sería deseable que hubiera más prelaturas, cuando esto planteaba tantos problemas que desde la aprobación del Código no se le ha concedido a nadie más.

La situación seguiría siendo algo extraña, aunque existieran media docena de prelaturas. Y lo sería por la misma naturaleza de la institución canónica de la que hablamos. ¿El obispo de un lugar es cabeza solo en un cierto criterio y no según todos los criterios? ¿Los fieles tienen dos cabezas episcopales?

Hasta ahora todos los problemas se han solucionado, porque el gobierno del Opus Dei desde su curia ha sido exquisito en su actuación, su obrar se ha mostrado de una prudencia admirable. Pero esto no está asegurado in aeternum. Cuando se prueba la solidez de una arquitectura canónica es cuando esa estructura es sometida a tensiones. Imaginemos una prelatura personal que llegase a englobar el 25% de todos los fieles católicos del planeta. Imaginemos que en una diócesis misional los fieles de la prelatura del Opus Dei fueran el 90% de la población católica de ese territorio. ¿Hay alguna duda de que si ese prelado visitase esa diócesis sería recibido como un supraepiscopus?

No tengo una respuesta simple a la cuestión teórica que planteo, a pesar de que en este mi pequeño artículo parezca que estoy siendo muy contrario a las prelaturas personales. No estoy tan en contra como se podría suponer. Además, los mejores moldes canónicos pueden ser usados con imprudencia, y los peores moldes canónicos pueden ser usados con gran mesura. Lo que sí que veo claro es que este es un asunto que, a mi modo de ver, se debe resumir de esta manera: una prelatura es una realidad asociativa. Eso y solo eso. La episcopalidad de su cabeza es una situación que no veo tan clara.

Dicho lo cual, podré mañana escribir acerca de la cuestión sobre la posibilidad de que les sea concedida a los lefevbrianos una prelatura. Pero para lo que diré mañana, era necesario escribir lo de hoy.