miércoles, noviembre 30, 2016

Reflexiones a la Elegía a Fidel Castro: Si tú pudieras mirar dentro de las semillas del Tiempo (Macbeth).


Pocos escritos me han producido más alegría que mis dos posts de elegía a Fidel Castro. ¿Por qué? Pues porque he sentido la emoción de las víctimas que se han puesto en contacto conmigo para agradecerme mis reflexiones. Os aseguro que he sentido, de verdad, esa emoción agradecida.

Sea dicho de paso, la Elegía a Fidel Castro (I parte) ha sido el segundo post más leído de toda la historia del blog desde el año 2006: de momento, a esta hora, 50.341 visitas.

He leído las declaraciones de los obispos acerca de su óbito. Me parecen perfectas. No pienso que ellos sean menos valientes, sino que ellos deben ser más prudentes. Mi post quería ser el desahogo de tantos cubanos que sólo pueden aspirar a una justicia supraterrena.

En realidad, no es que los obispos sean más prudentes. Ellos se adecuan a la situación de una iglesia rehén. Y yo me adecuo a consolar a las víctimas.

Por otra parte, mis palabras estaban medidas milimétricamente, cada palabra había sido pesada. Aunque si de nunciatura o un obispo cubano me hubieran pedido que las sacara de mi blog para evitar problemas con el régimen, lo hubiera hecho al momento. Ya lo he dicho antes, se trata de una iglesia rehén.

No hace falta decir que desconozco cuál ha sido el destino ultraterreno concreto de Fidel Castro. Ni lo sé ni lo supongo. Tampoco me alegraría su condenación, para nada. Pero sí que quiero hacer notar que los manuales católicos de moral recuerdan que sobre los primeros principios morales no cabe la ignorancia inculpable más que, en todo caso, como máximo, durante un muy breve tiempo. Después resulta imposible cometer esos actos con ignorancia inculpable.

Fidel Castro cometió de forma pública, reiterada e impenitente innumerables actos que por su misma naturaleza resultan incompatibles con la salvación eterna de su espíritu: fueron actos que conllevan la muerte espiritual del alma.

Ante esos actos, la única solución para revertir tal situación de muerte espiritual radicaría sólo en una intervención directa de Dios. Si se arrepintió o no es algo que sólo saben ahora los moradores del cielo y del infierno.

Según una errada interpretación de Amoris Laetitia, Castro podría decidir privadamente con su capellán si conculcar los más básicos derechos de los hijos de Dios sería lícito, siempre que se realice bajo la condición de hacerlo bajo una convicción muy fuerte. La respuesta de San Juan Bautista, de San Agustín, de Santo Tomás de Aquino, de Santo Tomás Moro y de Juan Pablo II sería tajante: hay actos que son irreconciliables con la salvación eterna del alma. Es decir, el sujeto debe elegir si prefiere realizar ese acto (uno solo basta) o salvar su alma.

Una vez hecha la elección el paso de los años, la vejez u otros actos buenos no anulan el hecho de la muerte del alma. En verdad, en verdad lo digo, que Dios se haya apiadado de su desdichada alma.

La situación de los 11 millones de hijos de Dios que viven en Cuba es triste y cruel. Y esos 11 millones de historias se concentran todas en la responsabilidad de una sola alma que hace tres días fue juzgado por Dios.

Algunos han dicho que le espera el juicio misericordioso de Dios. La afirmación es correcta, pero me permito matizar esa afirmación, y lo hago con toda seguridad: a Fidel Castro le esperaba únicamente el juicio de Dios. Hay un tiempo para la misericordia y hay un tiempo para el juicio. O se logra misericordia antes del juicio o ya no se logra después. Hay un momento en que, en verdad, los demonios dicen con tono severo: ya es tarde. Hay un momento en que los ángeles callan y dan la espalda. Hay un momento en que el Dios Amor da la espalda.

Yo mismo cité el versículo de Santiago 2, 13: Porque el juicio será sin misericordia para el que no ha mostrado misericordia.
Es decir, la Palabra de Dios nos asegura con su autoridad que hay juicios sin misericordia. Lo repito: Dios nos ha asegurado que a algunos los juzgará sin misericordia. Dicho lo cual, en esa tierra de siervos que es Cuba, pueden realizar todos los homenajes que deseen. He escuchado esta noche en las noticias que explicaban el recorrido que iban a hacer sus cenizas por la isla. El único recorrido que me interesa es el que ha hecho su alma hace tres días.

Hay un recorrido larguísimo que puede durar siglos antes de que con toda humildad, dolor y lágrimas se presente para postrarse ante el Trono que hay en medio de los salvos. Hay otro recorrido brevísimo, directo y que es la caída horrorizada al Abismo.

¿Cómo acabar este post? ¿Qué palabras pueden poner punto final a una situación personal que quizá no tenga fin? Voy a acabar con dos versículos. Dos versículos que no afirmo (ni niego) que se apliquen a Fidel Castro. Pero sea cual sea la sentencia dada sobre Fidel, la Palabra de Dios siempre es la verdad:


Porque, en verdad, es justo para Dios pagar con aflicción a aquellos que os afligen. (...) Estos sufrirán el castigo de la eterna destrucción, separados de la presencia del Señor y la gloria de su poder (2 Tesalonicenses 1, 6 y 9).

martes, noviembre 29, 2016

Elegía a Fidel Castro (II parte): cuando el Destino nos alcance












Si matando, persiguiendo a la Iglesia, torturando, robando y oprimiendo la posibilidad de que se nos otorgue la salvación eterna fuera exactamente la misma que orando, ayunando, sacrificándose y viviendo en pobreza, entonces el camino del Bien y la virtud sería un camino que llevaría al Cielo lo mismo que el camino del mal y del vicio.

O dicho de otra manera, a la inversa, el camino del Bien y la virtud conduciría al infierno exactamente lo mismo que el camino del Mal y del vicio.

No sé, pero tengo la sospecha de que la Biblia no dice exactamente eso, ni algo parecido, ni algo que lejanamente suene a eso. Si no recuerdo mal, ¿Jesús no nos habló de dos caminos, uno de los cuales llevaba a la salvación y el otro a la condenación?

Si todo da lo mismo, como pretenden algunos, prefiero llegar al Cielo por el camino más cómodo posible. Pero no, no es así. Las cosas no son así, porque Dios no es así. Yo creo en el Dios de la Biblia, no en el Dios del buenismo. A los buenistas les da lo mismo todo, porque a su dios le da lo mismo todo.

Sin embargo, os aseguro que al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob NO le da lo mismo todo. Cada acción tiene sus consecuencias. Y hay acciones que tienen consecuencias eternas. Hay acciones que matan el alma. Hay actos que llevan al infierno.

Jamás he afirmado que Fidel Castro esté en el infierno. Ni lo he dicho ni lo he escrito ni lo pienso. Sólo digo que Fidel Castro, después de toda una vida repleta de acciones gravísimas, acciones que llevan a la condenación eterna, sin que nos conste su arrepentimiento en ningún momento de su larga vejez, ha afrontado el juicio inapelable y riguroso de Dios. Sólo he dicho eso y nada más que eso. Nada sé del juicio divino acerca de esa alma en concreto. Pero del juicio en general sé lo que nos ha dicho Dios: porque el juicio será sin misericordia para el que no ha mostrado misericordia (Santiago 2, 13).

¿Dónde está Fidel Castro ahora? Os lo voy a decir, porque os aseguro que lo sé: o está en el lugar donde hará penitencia y no saldrá hasta pagar incluso la última pequeña moneda (Lucas 12, 59), o está en el lugar donde ya no tiene que hacer ninguna penitencia, porque la sangre de Cristo no fue derramada por él y su nombre no se encontró en el Libro de la Vida.

lunes, noviembre 28, 2016

Elegía a Fidel Castro (I parte): Salve, thane de Cadwor


Dios le dio 90 años a su alma para cambiar, para entender, para pedir perdón. Pedir perdón a sus millares de víctimas, a sus millones de oprimidos, pedir perdón a Dios, a sí mismo... Perdonarse a sí mismo para seguir viviendo con dignidad, para no vivir bajo el remordimiento, bajo el peso de una culpa abrumadora, para no vivir como Macbeth, como un animal acorralado, acorralado y mordido por su propia conciencia.

Ahora el tiempo se ha acabado para Fidel Castro. Ahora ya no hay poder sobre la tierra ni santo ni ángel que pueda otorgarle el perdón. Él, que sentenció a tantos, si ahora está sentenciado, ya no encontrará perdón ni en este mundo ni en el cielo.

Castro, que no tuvo piedad de tantos que suplicaron misericordia, si ya no ha encontrado perdón, ya no lo encontrará nunca. Él que hizo un infierno de la vida de muchos, si ha entrado en el infierno, ahora sufre con los ojos abiertos. Él que siempre tuvo los ojos de su conciencia cerrados ahora ve. En el infierno o en las espantosas moradas de la purificación destinadas a monstruos como él, ahora ve, sufriendo... pero, por fin, ve.

Ahora no le son de ninguna ayuda ni todas las manifestaciones multitudinarias en la Plaza de la Revolución que se puedan convocar en su honor ni todos los artículos que el diario Gramma escriba loándol ni todos los discursos del Partido que lo ensalcen hasta las nubes. Todo eso... ya no sirve. Ahora está solo, con su alma. Encerrado en la terrible prisión de su alma. En el reino oscuro de Satanás o en las prisiones inmateriales del lugar de purificación su destino le estaba esperando. Durante 90 años, su destino eterno le estaba esperando.

Pero sea que ahora esté en una morada o en otra, lo que no os queda ninguna duda es que la Justicia ha recaído sobre su pequeña y miserable alma. La única duda, la única, es si su espantosa situación durará siglos, o siglos sin fin.